domingo, 20 de julio de 2014

Asaltando cunas

Día 7




¿Esto qué es? ¿Faulkner? ¿Oxford otra vez? Si esta foto es del año pasado... Sí a las tres preguntas y no a la afirmación. La foto es de hoy y constituía una cuenta pendiente con el señor Faulkner, ya que hace un año, cuando pasé tres días en la ciudad en la que vivió toda su vida (aunque no nació allí) no se me ocurrió hacerme una foto con él. 

Vaya fan (o flan) estoy hecho. 

Asignatura pendiente aprobada (tampoco me he tenido que desviar mucho y he aprovechado para pasearme por la magnífica Square Books un buen rato y tomarme de nuevo el mejor café helado que he probado nunca del High Point). Ya se acercaban las cinco de la tarde y, a esas horas, andaba un poco harto de coche y de cunas (y aún me quedaba otra).

Porque lo de asaltando cunas sigue sin tener nada que ver con chicas (lo siento, ya sé que en toda esta brasa falta el elemento sentimental que anime la historieta, pero es lo que hay y lo que hay es que apenas interactúo con nadie más allá de pedirle el desayuno, más coca-cola o la cuenta). Hoy he asaltado unas pocas cunas musicales. Que sean de verdad donde el bebé en cuestión babeó sus primeros balbuceos ya entra en discusiones peregrinas. 

Pongamos algo de música:



Este señor es Charley Patton. Antes de hablar de él, os dejo fotos de ambiente, de cómo la niebla se hace la remolona al amanecer en el delta del Mississippi, que por algún lado tendrá que respirar tanta agua bajo el fango:



Luego, se va despejando.



Y ahora os cuento que las imágenes pertenecen a lo más profundo del Delta, a los pueblos donde hasta muy entrado el siglo XX (hasta bien pasada su mitad, de hecho) se fraguó toda la música negra que hoy impregna cualquier canción (hasta las de Bisbal) entre dolores imposibles de espalda, manos encallecidas y pulmones destrozados de tanto respirar algodón.

Clarksdale, Greenville, Greenwood, Indianola, Rulleville, Cleveland, Leland... Por cada población hay alguna leyenda (o media docena) que nació (empezamos con las cunas) o se crió en ella. 



BB King, por ejemplo, creció en Indianola (nada que ver con un Indiana Jones que se llame Lola, es decir, dirigido por Pedro Almodóvar), donde reside ahora su museo, pero del que yo preferí girar la cámara (el museo en sí es un edificio soso de ladrillo) a la fábrica abandonada:



Digamos que Indianola es también la capital del Condado de Sunflower, en cuyo centro casi geográfico nos encontramos con la Dockery Farms. 





Pues bien, no lo digo yo, lo dicen los tipos que estudian el blues y hasta lo confirmó BB King, el último rey del estilo: la Dockery Farms tiene el mayor número de papeletas para considerarse la Cuna (ésta va en alta) del Blues.



Y ahora es el momento de volver a don Charley Patton. Como dice el cartelito, aquí trabajó y vivió durante varias décadas y aquí enseñó a decenas de jovenzuelos a seguirle el ritmo. Algunos, como Robert Johnson, casi derivó en acosador y luego, al no conseguir el toque suficiente, dicen que pactó con el diablo y, a partir de ahí, se convirtió en un mito. Tanto, que inauguró el llamado club de los 27, ese que si eres una estrella precoz del rock te mata a antes de cumplir 28 (Jimi Hendrix, Janis Joplin, Brian Jones, Jim Morrison y, en años más recientes, Kurt Cobain y Amy Winehouse).

No engañemos al respetable con épica musical: la Dockery Farms era una plantación de algodón masiva, que llegó a contar con más de 3.000 esclavos en su apogeo. Los que hacen ahora los panfletos aseveran que su propietario era bueno (hasta había cementerio para enterrar a los que morían de cansacio o devorados por cocodrilos o envenenados por serpientes o hasta los cojones de trabajar) y que incluso familias como las de Patton seguían viviendo allí incluso sin necesidad de estar en nómina. De hecho, Patton cogía la guitarra y tocaba en un establo a la vera del río (ardió hace décadas y por eso no hay fotos) y al principio decía que tocaba por la voluntad a ver si podía comprarse un coche. A los pocos meses, con lo que recaudaba en cada actuación podría comprarse un coche cada día siguiente. 

No nos engañemos (insisto): el blues nació porque los negros, hartos de ser explotados, se reunían a la fresca para desahogarse con algunas canciones tristes o con rasgueos de guitarra algo más rápidos para ahuyentar la desesperanza.

Toldo esto no lo cuentan los distintos carteles (lo mejor de la plantación es que aprietas un botón rojo enorme en un atril -como el de las bombas atómicas en las películas de coña- y empieza a sonar en el interior de los barracones semi destruidos blues de la época), sino que un señor muy majo que me encontré (y que tiene algo que ver con el cuidado de la plantación) se prestó a explicarme la historia sin aceptar propinas. Incluso me regaló un póster de la plantación y me hizo esta foto frente a la gasolinera (también de época) que está a la entrada del complejo:



Hospitalidad sureña. La gente sigue sin dar crédito a que un españolito solitario ande recorriendo rincones de historia que, por otra parte, casi nadie recorre: en uno de los graneros había un libro de firmas y la media era de una visita cada dos días.  


Remontamos el delta y desembarcamos en Memphis, ciudad que se pone la medalla de ser también la cuna del blues porque sus estudios fueron los encargados de profesionalizar a los vagabundos de la guitarra.

Me niego a compartir esa versión. Uno nace donde nace y por mucho que estudie en un colegio de pago nació donde nació. Pero, ¿qué me decís del rock? La del vídeo de arriba está considerada como la primera canción de la historia del rock. Lo cuentan (pese a que no fueron ellos los que la lanzaron) en el Sun Studio (casi asesino a una persona hoy: la chica que explicaba el tour era insoportablemente falsa y simpática -o lo pretendía- hasta la náusea).



Aquí si nacieron muchas cosas. Por lo que en un principio fue simplemente un negocio de grabación (su fundador, Sam Phillips, grababa hasta misas por encargo) y luego una discográfica, pasaron Johnny Cash, Roy Orbison, BB King, Jerry Lee Lewis... y, por supuesto, Elvis Presley, al que le lanzaron al olimpo con esto (la primera noche que se emitió en una radio local la gente insistió con que la repitieran y así se hizo hasta en 14 ocasiones más):



Todavía se usa hoy en día el estudio de grabación donde parieron canciones como aquella (o ésta...



o ésta...



o ésta...






Y no, yo no nací para estrella del rock (tengo menos salero que un hospital):



Podría poner centenares de canciones históricas. Sin embargo, yo me quedo con esta mezcla de pasado (BB King) y menos pasado (U2: presente y futuro tienen poco los irlandeses ya), grabada en entre esas cuatro paredes (otras dos canciones del Rattle and Hum -Angel of Harlem y Love Rescue Me- también se interpretaron en el Sun Studio).



Así, mientras el amor llegaba a la ciudad, yo me iba largando, no sin antes probar las famosas costillas de cerdo de Memphis (la salsa barbacoa es una religión donde cada ciudadano tiene a su profeta). Con eso de ser domingo, media docena de los locales más renombrados estaban cerrados. El Interstate Bar-b-q vino a mi rescate:




Ya os lo digo: comer costillas a partir de ahora en un Fosters o en un Tony Roma debe de ser como pedir tortillitas de camarones en Somalia. 

Acostillado hasta las entrañas (el sueño que da eso) fui poniendo faros hacia Tupelo (será el tuyo, porque mi pelo es escaso... ta-ta-tachán: chiste peor del día), un pequeño reducto en la zona más media de Mississippi (el lado pobre y negro es el del delta, al oeste, junto al río; mientras que el más pudiente y blanco queda al este, zona a la que pertenece Tupelo).

Aquí nació (imagino que lo sabéis) Elvis. A los 14 años se iría a Memphis y por eso dicen en Memphis que es de Memphis (entonces Messi sería español), pero ya sabéis el canibalismo al que someten las grandes ciudades a los mitos (ahora que lo pienso, quizá Elvis es catalán porque si es de Memphis y en Memphis han jugado los dos hermanos Gasol, tan catalanes ellos, entonces...).

Lo siento... aunque el canibalismo de las metrópolis es generalizado: ¿por qué cuando nieva en Madrid todos los telediarios abren con ello? ¿Qué pasa con Soria? ¿Y con Cuenca? 

Vaaaaaale. Vuelvo al redil:


 

En esa casucha, construida por el padre con sus propias manos, taconeaba y movía las caderas el niño Elvis. 

Arriquitaun. Ah no, que eso es otra cosa. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario