jueves, 17 de julio de 2014

Jugando a góticos

Día 4





A medida que pasan los días y soy el único tontoturista que le da por salirse del French Quarter (tontoturista y alma en general, que poca más vida me encuentro allá por donde voy), pienso que las guías alternativas tienen algo de razón cuando aseguran que el verdadero interés y encanto de Nueva Orleans está lejos del centro más comercial y tan histórico como el resto (todo es antiguo, decadente, no importa dónde vayas: la diferencia es que huele mejor que en el centro).

Bueno, que no llevo un párrafo y ya me he empezado a desviar. Esta mañana decidí no desayunar junto al hotel y probar en el que dicen que es el mejor sitio de desayunos de toda Nola, el Surrey's Juice Bar. Lo malo es que hay que cogerse un autobús. ¿Lo malo? Si yo adoro los autobuses y ya me muevo en Nola como si llevara viviendo años aquí. Además, por apenas 3 dólares puedes subirte y bajarte de cualquier autobús o tranvía durante un día. 

Así que me fui otra vez al Garden District (que es el de los casoplones por el que pasé ayer fugazmente) y tras conseguir que el gato me posara como el dibujo de gato de detrás, entré en el garito y me pedí unas salchichas (aunque aquí las ponen en forma circular, cual hamburguesa) con huevos y patatas y el inevitable zumo de naranja en un sitio especializado en zumos:




¿Y es el mejor? Pues no lo sé. A mí me gusta más el Ruby Slipper... pero... seré yo, que no tengo paladar. 

Lo que tengo es valor, por echarme a andar nada más terminar durante dos horas, para conocer de cerca el famoso barrio del jardín, el de las casas señoriales e históricas (la mayoría son del siglo XIX).






Como apuntes concretos, la segunda perteneció a un oficial confederado en el último tercio del siglo XIX y la última fue el hogar de la novelista Anne Rice (la de Entrevista con el vampiro) hasta hace pocos años. Una pena que no lo siga siendo porque en su día la mujer abría su casa a los turistas y jugaban al gótico sureño. Era tan dada a estos jueguecitos que la Rice incluso representó su propio entierro en un cementerio muy cercano, el Lafayette, Number One (parecen perfumes, los cementerios aquí). 

A diferencia del Saint Louis, éste se ve que está más cuidado (aunque solera, y cuando dices solera quieres decir que es viejo, no le falta), por aquello de haber sido construido en zona noble en la década de 1830. Eso no quitó que durante muchos años se enterrasen en él alemanes e irlandeses (el rincón irlandés de Nola no está lejos de aquí) que murieron a mansalva por la fiebre amarilla. 





El monumento de la segunda fotografía es un túmulo compartido por una brigada de bomberos desde hace siglos. 

El sol apretaba y era hora de cambiar de escenario y cruzarme media ciudad en otro autobús hasta el final de la Explanade avenue, por debajo de la cual cruza el Bayou Saint John, un brazo de río (no es afluente porque no desemboca ni nace en ningún lado propio, sino sólo del propio Mississippi). La historia dice que aquí es donde se fundó Nueva Orleans, ya que suponía una forma muy eficaz de acortar el camino del río entre tanto meandro y, además, se asentaba en zona firme. Otro día hablaré de historia (que de eso poco he hablado y se merece bastante atención)...



Bajando Explanade de vuelta al centro vas atravesando uno de los extremos del barrio de Treme, donde la arquitectura es más sencilla en líneas generales pero, al estar en contacto con zonas más adineradas, no es el barrio humilde que se le presupone en estos límites (para entender un poco más el Treme, mirad el artículo nocturno). 






Sea como sea, en la zona más simple del Treme está el Lil Dizzy's, donde paré a almorzar y probé, cuatro días después de llegar, el famoso Gumbo (una mezcla de sopa de mariscos más chorizo, salchichas picantes, más carne indeterminada y arroz).



Y después vino otro poboy (el pan estaba mucho mejor que el del Domilise's), éste de salchicha picante (especialidad de la casa).



Que el Lil no es un garito cualquiera (lo que en el lenguaje de los bares significa que es un bar muy recomendable) queda claro cuando ves que la mitad de la clientela son policías, locales o estatales. Como nota seriéfila, aquí es donde Toni Bernette, la abogada de las causas perdidas de Treme, se reunía con sus contactos policiales (y más de una vez le hacían el vacío por andar denunciándolos).

Otra prueba de que la realidad supera la ficción:



Como para entrar a atracar.

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