miércoles, 30 de julio de 2014

Bonus track 2 (o los 10 mejores momentos)

Todos los días (del 1 al 15)



Os debía el corte final, el de los diez mejores momentos (o algo así) de la Ruta Pop 2. Perdonad el retraso, pero ayer todavía andaba entre mohíno, jetlageado, agotado, morriñero y bajonero. 

Seré breve.

Aunque antes, brindemos con un bourbon de la tierra para ir entrando en calor: 


10) Sin contratiempos



Ahora sí lo puedo decir: Nueva Orleans tiene la mayor tasa de criminalidad de Estados Unidos. Siempre se ha dicho que los crímenes se quedan entre los locales, es decir, entre bandas y rencillas de vecindario y muy bien se guardan de afectar a zonas turísticas. Sin embargo, justo una semana antes de coger el avión hubo un tiroteo en plena noche del sábado en Bourbon Street (como si en Madrid lo hubiera en la Puerta del Sol). El resultado: nueve heridos y una chica de 20 años muerta. 

Estuve a punto de cambiarlo todo y no pasar ocho de los 15 días en Nueva Orleans. No lo hice y me alegro. Incluso os remito al punto 6 como contrapunto (además... en Bourbon Street no me iban a coger, precisamente). 

Por otra parte, los 4.000 kilómetros de carretera tampoco registraron problema alguno.

9) La otra Nueva Orleans



La Nueva Orleans del Treme o del Garden District. Del Uptown o de la Mid City. La de Faubourg-Marigny y Bywater. La que descubrías subiéndote a tranvías y autobuses locales. O andando ocho horas al día bajo 40 grados con humedad.

Sí, también las de los samatari. Cuánta razón tenías, André



8) Raíces criollas



O españolas, para más señas... y para lo que más nos importa a nosotros. Desde el diseño de las calles hasta la plaza principal, de la mano de la baronesa de Pontalba y sus ovarios. Pero a Nueva Orleans le sobra historia por todos lados y reducirse a lo español es una catetada.  



¿Hay material suficiente para una segunda parte de Una aventura pop

La hay. Más que de sobra...

7) Las comidas




Pasar 15 días en Estados Unidos y comer una sola hamburguesa es insólito. O no lo es tanto cuando visitas Nueva Orleans o territorio cajún. Lo mejor, el pastel de caimán. Lo peor... No poder probar más cosas.

6) Hospitalidad



La gente de Nueva Orleans es amable. Mucho. La de Louisiana, en general (ya no puedo decir lo mismo de la sensación que me dejaron en Georgia o Alabama... no fue mala... pero tampoco buena). No obstante, en Louisiana los viandantes te van dando los buenos días por la calle o una señora se sienta en una parada de autobús con una caja de pasteles, empieza a hablar con un hombre a su lado y termina dándole un pastel. 

En Nueva Orleans es complicado sentirse solo. Te puedes tomar una cerveza en la barra y empezar una conversación con el tipo de lado, acabar bebiendo cervezas y tequilas durante tres horas y ya tener amigos en Austin para cuando quieras ir. O puedes pasarte por el Blue Moon Saloon en Lafayette a las seis y media de la tarde, enterarte que el espectáculo no empieza hasta las nueve y media y no aburrirte, mientras hablas con unos y con otros y te haces amigo de Bobby, ese camarero con pinta de Kent al que le gustaba el ciclismo (y se quejaba de que en los USA no echan nada de ciclismo por la tele).

O puedes (y aquí explico la foto) ir la última mañana a ver amanecer sobre el Mississippi y, de pronto, que te vengan dos ingleses (qué manía con que el Barcelona es mejor) que llevaban toda la noche rondando a las chicas de ahí arriba (la de la derecha era puertorriqueña; la de la izquierda, de lo más profundo del Estado de Mississippi). El más despabilado de los ingleses (el otro iba borracho total y se dedicó a saltar entre las piedras, inconsciente él de que si caía al río ya no le encontraría nadie... bueno, era tan inconsciente que no sabía ni el nombre del río) se empeñó en hacernos una foto. Pues resulta que las dos chicas habían estado tres años en España haciendo cursos en Jaén. Hasta conocían el pueblecito donde nació mi padre, Jódar (la puertorriqueña también se había pasado un verano acampando por todo Cádiz). 

Mundo sorprendente éste. 

5) Dockery: o donde nació la música



A través de las carreteras secundarias de Mississippi se esconden las raíces de buena parte de nuestra cultura pop contemporánea. A la vera de un pequeño afluente del río madre se erigió en su día la Dockery Farm, el lugar con mayor consenso para ser considerado la cuna del blues

Remontando el río está Memphis y el Sun Studio, desde el que se empezó a cimentar la leyenda del rock y donde U2 (esto es muy personal) grabó dos de las que seguramente son mis canciones preferidas del grupo (Love rescue me y Angel of Harlame, además de la muy contundente When Love comes to town junto a la leyenda BB King).

4) Al final, había hasta mar



Pese a que su presencia se deja notar en la humedad brutal, el mar está muy, muy lejos de Nueva Orleans (unos cien kilómetros). ¿Y para encontrarlo hay que perderse entre carreteras? ¿Dónde hay que firmar?


3) Frenchmen Street




Nueva Orleans es todo lo contrario a Bourbon Street. Para disfrutar de la música (la de verdad y la buena) tampoco hay que irse demasiado lejos del centro. Se puede ir hasta caminando. En el barrio de Faubourg-Marigny (se podría decir que es el Malasaña-Chueca de Madrid) tienes lo mejor (unos veinte garitos de alta calidad sin excepción en apenas 200 metros y cada uno con su directo).

2) Perezoso (y peligroso) Mississippi: principio y fin





El Mississippi. Poco más que decir: donde amanece, donde revives y donde (en su hermano pequeño, el bayou Saint John, atardece).

1) Treme (noche en)



El alma de la ciudad.

domingo, 27 de julio de 2014

...to miss New Orleans

Día 14 (final)





La tragedia es perezosa, tanto como el río Mississippi cuando rueda en calma. Nunca tiene prisa porque sabe que terminará ahogando a todos y cada uno de nosotros. La tragedia no deja de ser un tipo de drama que inventaron los griegos y le puede los finales tristes; es una dama muy peligrosa, de ésas que visten tacones y sombrero que sólo esconde a medias su melena rubia en las novelas y películas de serie negra; es un payaso que te devora cuando no te comes la cena; es un navajazo en las tripas, que son los que te matan de a poco; es la bruja, santera, maga, hechicera, meiga, gitana que te maldice; es la envidiosa que nunca podrá ser su némesis, que nunca podrá ser la reina de la comedia. 

La tragedia está enamorada de Nueva Orleans. Ha intentado destruirla por todos los medios: tierra, mar, aire y fuego. Y ahí sigue, con una sonrisa y un par de pasos de baile como respuesta, la orquesta improvisando el compás de un viejo clásico. 

No me rindo, dice la ciudad. Pese a todo: 

-Fue esquinada por Hernando de Soto, aquel conquistador extremeño del siglo XVI que fue el primero en orillar el Mississippi pero tuvo que volverse frente al terreno imposible y los indios; demasiado esfuerzo para ese pedazo ingobernable de agua y fango.

-Fue rechazada, como sólo duelen los abandonos amorosos, cuando en el siglo XVIII franceses y españoles se la regalaban unos a otros para deshacerse de su coste; los incipientes Estados Unidos sólo la deseaban para seguir engordando hacia el oeste, un lugar de paso.

-Fue donde un gobernador español, Alejandro O'Reilly, por aquello de enmendar la blandura de su predecesor en el cargo, quiso dar un escarmiento colonial en 1769 y ejecutó a los partidarios de volver a manos francesas.

-Fue pasto de sucesivos incendios que arrasaron el centro hasta que aprendieron las ventajas del ladrillo frente a la madera. Por ejemplo, en 1788, el fuego fulminó el millar de casas que formaban el centro (la reconstrucción posterior parió el French Quarter). 

-Fue golpeada por inundaciones, huracanes, tormentas tropicales. La última, la famosa causada por el huracán Katrina, dejó muertos, devastación y una profecía: la erosión de la costa que los humanos se han empeñado en acelerar deja a la ciudad más vulnerable que en el siglo XVII. La naturaleza empieza a ganar la partida. 

-Fue conquistada por la mayor armada nunca enviada por Estados Unidos en la Guerra Civil, en 1861, muy al principio de la guerra. 

-Fue gobernada por un yanqui ('Beast' Butler) que redactó un edicto oficial en el que llamaba putas a todas las mujeres de Nueva Orleans (en concreto, decía que si alguna no saludaba, miraba de reojo o no se portaba como debía ante un oficial o incluso un soldado yanqui, se le consideraba desde ese momento como una mujer de la calle).



-Fue una víctima propiciatoria de la fiebre amarilla, que esquilmó en un diez por ciento la población a mediados del siglo XVIII y en otro brote, golpeó de nuevo al inicio del siglo XX.

-Fue separada en dos: a un lado del French Quarter, los suburbios de Faubourgh Marigny y Bywater, donde vivían los esclavos, los libertos, los inmigrantes que iban desembarcando desde todo el mundo; y al otro, los ricos terratenientes americanos, en lo que hoy es el Garden District. En medio, el French Quarter oficiaba de inmensa taberna pirata para la peor calaña. 

-Fue la peor ciudad de las colonias (¿podemos llamarlo mundo civilizado?) donde vivir. En la década de 1770, una de cada dos mujeres moría antes de los 20 años (los partos eran el asesino recurrente) y dos tercios de los hombres, antes de los 43. 

-Fue olvidada por el Gobierno central en lo peor de la tragedia tras el Katrina. La ayuda vino tarde y muy mal, con casi todos los efectivos militares (que suelen ayudar en estas tareas de emergencia nacional) en lo peor de la guerra de Irak. 

-Fue víctima de los oportunistas de todo color y condición cuando sus habitantes sólo querían recuperar sus hogares. El 80% de la ciudad se vio afectada por las crecidas, si bien las partes más nobles (al estar construidas en alto) apenas lo notaron. 

-Fue la historia de una chapuza anunciada, dado que lo poco que se hizo tras otro huracán de infausto recuerdo, el Betsy de 1965, apenas contuvo el agua.

-Fue una muesca más en el empeño de algunos de hacer las cosas mal: en 1927, en la gran inundación del Mississippi (afectó a todo el delta, desde Memphis a Nueva Orleans), la solución de urgencia de los gobernantes fue volar una serie de diques que inundaron las zonas pobres para que los barrios ricos se quedasen secos. 

-Fue utilizada como laboratorio de pruebas en toda idea que se le ocurría a la Casa Blanca con el Sur: la reconstrucción tras la Guerra Civil, la nueva vida de las plantaciones sin esclavos, el proceso de integración de los negros a mediados del siglo XX. 

-Fue aterrorizada por la White League, nacida en el caldo de cultivo de odio tras la Guerra Civil y que durante décadas boicotearía todo posible avance en la integración con la población de color.     

-Es (nada de fue aquí) la ciudad con mayor tasa de criminalidad de Estados Unidos, al mismo nivel que las ciudades consideradas más peligrosas del mundo de Sudamérica.

-Es la menos americana de todas las ciudades de los Estados Unidos y da la sensación de que no se lo perdonan desde el resto del país.

-Es, para el 99% de los que la visitan, Bourbon Street y poco más. Lo que es su peor promoción, porque la calle del Borbón (en su nombre original, que Bourbon viene de reyes y de ahí surgió el nombre para el whisky) apesta (en sus múltiples sentidos figurados y en el real). No es que sea una despedida de soltero (todo: el ambiente, los borrachos, las borrachas, los pedigüeños, las tías medio desnudas en las puertas de los strip shows, las bebidas ultra alcoholizadas, los gritos, la música pachanguera, la mala educación...) sino que es la peor despedida de soltero/a que podáis imaginar a las cuatro de la mañana habiendo empezado el mediodía anterior (un ejemplo práctico de lo que piensa un americano medio de Nueva Orleans: un tipo de Virginia que me encontré en Lafayette, en cuanto le dije que había estado aquí, me dijo: "Genial, en Bourbon Street te van enseñando las tetas las tías"). Todo eso, durante casi un kilómetro donde puerta con puerta sólo hay bares-trampa para turistas. Luego está el olor: no a meados ni a basura, sino a una podredumbre que sólo he olido aquí, un olor agrio, como el de un montañista que se quita las botas tras dos semanas ininterrumpidas de caminata; y justo cuando ese olor se te ha metido en la nariz, pasa a ser ácido, muy ácido. Con sólo irse a las paralelas ves otra Nueva Orleans y ya si abandonas el French Quarter, la verdadera. Pero apuesto a que el 90% de los turistas no va más allá de los Borbones de con rima fácil.

-Es como es. A lo largo y ancho de la ciudad puedes leer en tiendas, bares o incluso fachadas particulares cientos de lemas, ya sea en camisetas, vasos, carteles, llaveros, imanes o calzoncillos con chistes, mejores o peores o reivindicaciones de personalidad. Yo me quedo con éste: "We put the 'fun' in the funeral".

Pues eso. Hay que sobrevivir y hay que hacerlo con dignidad y, a ser posible, buena intención (como dice otro lema muy común en bares alternativas: Be nice or leave). 

Os dejo con galería de detalles/imágenes:

-Las de los músicos, en locales o en la calle:








-La de los soldados negros en la Guerra Civil (también hubo entre los confederados):



-La del collar que le ponían a los esclavos (los audaces inutilizaban los cascabeles con barro):



-La de los sin techo bajo la interestatal:



-La del ferry a Algiers, con la catedral al fondo:



-La de los que tienen tanto que decirle a sus muertos que añadieron un banco frente a la tumba:



-La del gato en el balcón:



-La de los gatos al poco de amanecer que se resisten a despertar:



-La del que también se resiste a irse a casa al llegar el domingo:



-La de quien recuerda que en esa dirección (hacia los barrios más afectados) está el foco de las mentiras tras el Katrina:



-La de los edificios Pontalba, construidos por la hija de un español que inventó lo de ser notario en Nueva Orleans. Ella sufrió de lo lindo en su matrimonio, hasta el punto que su suegro le pegó tres tiros, fusilamiento al que ella sobrevivió y luego vivió hasta los ochenta con dos balas dentro del pecho. Aun así, fue la precursora del término separación de bienes en la legislación americana, se separó legalmente (nunca se casó de nuevo) y construyó lo que es la plaza mayor de Nueva Orleans. Su nombre es baronesa Micaela Almonester Pontalba.



-La del mural que colorea un triste aparcamiento en la zona de los museos:



-La de la casa donde se rodó Un tranvía llamado deseo (hoy un edificio semi abandonado donde venden muebles de segundo mano algo en muy parecido a una comuna):



-La de la policía en plena acción:



-La del faro en el distrito de negocios (el edificio está vacío):



-La de las casas muy personales (justo al lado del hotel):



-La de los romeos (así llaman a estos pinchos que adornan la parte más alta de las balconadas para evitar en su día que los ladrones treparan a la barandilla):



-La de otro balcón:



-La del amanecer de domingo sobre el French Quarter:



-La del Mississippi, en su estado perezoso. 



-La del atardecer desde el Bayou Saint John, donde se asentaron los primeros indios:




-La de la cerveza que me he tomado a vuestra salud desde el balcón del hotel:




Para terminar este post tan largo, os dejo la canción que explica el título de este post (y que se completa con el título de la primera galería). Me he copiado descaradamente de lo que hizo la serie Treme, cuyo primer episodio se llamaba Do you know what it means... y el último, ...to miss New Orleans.

La versión es de Billie Holiday y Louis Armstrong, tal y como la interpretaron en la película New Orleans (1947), pero buscad otras versiones más amplias.

Merece la pena. 

Como lo ha merecido estar con vosotros. 

Gracias y buenos viajes.

  

sábado, 26 de julio de 2014

Yo he comido caimán

Día 13




Ahora bien, no me preguntéis demasiado a qué sabe. Supongo que está bueno. Lo que ocurre es que toda la valentía que proclama el título quedó difuminada en la realidad de un pastel con más ingredientes.

Sea como sea, el pastel es lo mejor que he comido en todo el viaje, incluyendo cualquier tipo de plato. 

Y con diferencia. 

¿Dónde fue? En el Cafe des Amis de Breaux Bridge, un minúsculo pueblo no demasiado lejos de Laffayete, en el territorio cajún profundo. Y fue el jueves por la noche, pero he ido acumulando varias comidas para unirlas en un post (como el de hoy) y así daros la mañana de domingo (venga, a comer fuera todos, de cañas o de tapeo, que el lunes está lejos). 

Volviendo al caimán (no me comí a un superhéroe gaditano.... ains... si es que los chistes malos me pueden); en concreto, se trataba de un pastel con crema de queso y gouda, cangrejo de mar, salchicha de caimán (sí: salchicha) y una salsa de cangrejo de mar por encima. Como decía, ignoro qué aporta el caimán al conjunto; lo que sí sé es que era un espectáculo, muy sabroso y nada fuerte, algo picante (como todo aquí, hasta el agua) y que te deja con ganas de comprarte unas botas de piel de caimán y hacértelas a la parrilla. 



Tras el Padrino de la comida de esta Ruta Pop 2, lo que vino después fue algo mundano y quizá repetitivo, porque pedí el guiso de cangrejo de mar con gambas, arroz y puré... Fue repetitivo porque la salsa era la misma que la anterior. Aun así, de no haber reptado el alligator (me encanta la palabra ne inglés) hasta mi mesa antes quizá estaría elogiando desmesuradamente este plato. 

Aún quedó sitio para el postre:




Una tarta típica cajún con tres bolas enormes de helado de vainilla casero (la perspectiva de la foto no hace honor al tamaño de la tarta, aunque pensad que el bol con el helado daba para tres generosas porciones de helado). Es un bizcocho al estilo brownnie, pero no de chocolate, sino de sirope y recubierto con nueces. El sabor, pese a que la camarera dijo que era parecido al café (qué sabrá la Taylor, que así se llamaba la muchacha), me recordó al rosco de Semana Santa de La Isla (siento el localismo, si bien las magdalenas de Proust no pueden ser siempre universales). Según acabo de leer en internet, lo que diferencia a los roscos isleños es que llevan clavo de olor. 

Me da que los cajún no habitúan este ingrediente. 

Lo que sí es habitual entre los cajún es el gumbo. Ya probé uno en el Treme, en aquel garito donde iban a comer los policías locales. Como decía, consiste en una sopa a la que le echan lo que se les ocurra y es omnipresente en cada carta como los gazpachos en los menús del día junto a la oficina.



Hasta aquí, que lo probara de nuevo en el French Press de Laffayate el viernes parece normal. 

No obstante, que lo probara a las ocho de la mañana como desayuno ya no lo es tanto, ¿eh? Pues eso hice porque eso ponen como desayuno en este sitio. En el centro, hay dos tostadas francesas (torrijas, en la lengua común) con huevos a la benedectine (pochados) y debajo... debajo está el gumbo. ¿Y por qué poner un gumbo suavecito de verduritas para la ocasión cuando puedes ponerlo de pollo y cerdo picante?

Aunque parezca extraño, me sentó de maravilla.

Y tras este plato saltamos a Nueva Orleans, aunque no dejamos las comidas sorprendentes (hasta ahora, caimán y sopa picante para desayunar). Porque a Nueva Orleans se le conoce por su pescado, sus ostras, su marisco, sus platos criollos, incluso por una huerta con bastante carácter (en las carreteras más alejadas del mundanal ruido, los granjeros venden en sus propios porches verduras de sus acres y, en estos días, abunda el cartel: It's Cajun Tomato Time).

No he visto yo muchas vacas por aquí cerca. Y, aun así, el Dickie Brennan's (según varias revistas y periódicos de todo el país) sirve de las mejores carnes de Estados Unidos. 



Tampoco tengo mucho con qué comparar. En mi caso, entre las cinco mejores carnes que he comido nunca, eso sí. 

También en Nueva Orleans he probado otro sorprendente plato: el beicon rebozado en praliné. 

No lo repito pero habéis leído perfectamente. Lo ponen en el Elizabeth's y he de deciros que aquí se han pasado unos pueblos con el invento. A mí, personalmente, me recuerda a una de esas guarradas que hacíamos con las comidas de pequeño (algunos de mayor, también), como mojar el filete en la coca-cola (cuando no queríamos más) o las patatas fritas en el yogur. 



El beicon en cuestión es lo de la esquina superior izquierda, lo que parece suelas de zapatos viejas. El resto es un Country Breakfast, consistente en dos lomacos de cerdo ahumado (de dos dedos de grosor cada uno), con huevos revueltos, gachas con queso y la salsa gravy que tanto les gusta poner en los desayunos (una bechamel con más cerdo). El cerdo acababa engollipando.

De todos modos, hoy ha asolado Nueva Orleans un calor húmedo por encima de los 43 grados. Dos minutos en la calle y chorreabas como debajo de una ducha. 

Bueno, tampoco está mal para bajar todo lo anterior. Y en la tele del garito, para hacer tiempo hasta que hubo mesa, estaban poniendo El Club de los Cinco.